Imagen en blanco y negro del auditorio

Polémicas en torno al Auditorio

Análisis sobre la historia y el desarrollo de los establecimientos que componen el Auditorio y la Radio Nacional de Córdoba.

En la Guía de Arquitectura de Córdoba publicada por Marina Waisman, Juana Bustamante y Gustavo Ceballos, en 1996, los autores caracterizan al conjunto compuesto por el Edificio de Correos y Auditorio y Radio Nacional como “uno de los primeros ejemplos oficiales en adoptar un lenguaje moderno”. Además señalan la utilización de la piedra “con el deseo de dar a la arquitectura un carácter local” y la “bella cubierta de azulejos que, al deteriorarse, se sustituyó lamentablemente por un anodino ladrillo visto”. También subrayan que “sus volúmenes, según los modelos del Movimiento Moderno, habían roto, por primera vez en la ciudad la sólida trama colonial con sus manzanas claramente limitadas por la edificación”, además de vincular el auditorio con la arquitectura brasileña. En efecto, la cubierta hiperbólica revestida en azulejos, reconoce su filiación con la Iglesia de San Francisco de Asís en Belo Horizonte, proyectada por Oscar Niemeyer, e inaugurada en 1943; pero también con edificios en los que entre las décadas de 1940 y 1950 -como el Pabellón de Rayos Cósmicos, de la Ciudad Universitaria de México, proyectado por Félix Candela en 1951- se exploraron intensamente las posibilidades formales y estructurales de las cáscaras hiperbólicas. Sin embargo, lo que resulta interesante, es que en el sucinto texto,por otra parte adecuado a una guía de arquitectura, ya que no se trata de un ensayo crítico ni deun artículo disciplinar, Waisman, Bustamante y Ceballos dan cuenta de los aspectos fundamentales del conjunto del correo, auditorio y radio.
Los dos edificios que conforman el conjunto se ubican sobre un terreno que ocupa toda la cuadra sobre la avenida General Paz, con frentes sobre la avenida Colón y la calle Santa Rosa, en una de las áreas de mayor densidad de la ciudad de Córdoba. Fue proyectado por Julio Heguilor Rocca y Héctor Quesada desde la Dirección de Arquitectura de la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones, creada en 1948. El edificio para correos,ubicado sobre la esquina de mayor importancia, en el cruce de las dos avenidas, ocupa casi las tres cuartas partes del terreno. Está organizado en dos bloques:uno de tres plantas sobre la avenida Colón, y otro de siete, sobre General Paz.Completando el conjunto, Rocca y Quesada diseñaron el edificio para Radio Nacional subrayando su autonomía, y siguiendo una estrategia proyectual bien diferenciada de la del correo. El edificio para la radio consta de tres partes, el acceso al auditorio en dos plantas, directamente sobre el frente de la avenida General Paz; a continuación la sala de conciertos, resuelta con la cubierta hiperbólica en un volumen único y claramente reconocible, y hacia el fondo del terreno, un neutro bloque para oficinas y estudios, y la casa del director en la última planta. Mientras que el acceso al correo se realiza a través de varias escalinatas que salvan la diferencia de niveles entre la planta de uso público y la calle, al auditorio se accede desde el nivel de la vereda, ensanchada sobre el terreno, y cubierta por una recova formada por la prolongación del lobby del primer piso. La completa transparencia del lobby, la presencia de la recova y la continuidad del solado de la vereda en el interior del edificio contribuyen a intensificar la relación entre la calle y el auditorio. La sala de conciertos, con su cubierta curva–junto a los dos pares de escalinatas de acceso al correo- son los únicos elementos que quiebran la estricta organización ortogonal del conjunto. El edificio se completaba con dos subsuelos con estudios de grabación insonorizados, uno solo de los cuales sigue en funcionamiento.
Ciertamente, como lo señalan Waisman, Bustamente y Ceballos, en ambos edificios, correo y radio, aparecen revestimientos de piedra, a los que los autores confieren la condición "de dar a la arquitectura un carácter local”, aunque su uso se encuentra limitado a los frentes curvos de los dos pares de escalinatas de acceso y al muro que cierra la esquina en la planta baja del correo; y en el auditorio, a uno de los muros de la caja de escaleras, visible desde el exterior. Sin embargo, además de la piedra, en el conjunto, se utilizan, e incluso de manera más extensiva, placas de mármol travertino, revestimientos cementicios tipo piedra y azulejos venecianos, a los que se suma la fuerte textura de los parasoles de aluminio. En este sentido, el uso de la piedra además de obedecer a una declinación vernácula, respondería a la concreción de una fuerte expresión de texturas de superficie que buscaban los arquitectos de la dirección en sus trabajos. Los más de setenta proyectos realizados por el equipo de la Dirección de Arquitectura entre 1948 y 1955, aunque algunos se hayan terminado posteriormente, en términos generales, y más allá de ciertos rasgos autorales específicos, y sobre todo a partir de la maduración de lo que podríamos llamar su estilística, recurren una y otra vez al uso de estos mismos materiales más allá de su específica ubicación geográfica. Por ejemplo en las sede de Esperanza, en el centro de Santa Fe, proyecto de Agustín Bianchi y M. T. Garófalo, yen la de Pacheco, en la provincia de Buenos Aires, proyectada por Juan Carlos Malter Terrada, Héctor Francisco Rossi, Augusto Gaido, Jorge Devoto Almanza, y los propios Héctor Quesada y Julio Heguilor Rocca, se hace un extenso uso de la piedra. Inversa, y llamativamente, en la sede de Mar del Plata, Francisco Rossi, Juan Carlos Malter Terrada y Raúl Villamil evitan su uso, siendo la piedra local el más característico material de la arquitectura marplatense. Es cierto que en el esfuerzo proyectual de las distintas sedes es posible observar una marcada preocupación por responder a las condiciones del sitio. Sin embargo, estas preocupaciones son resueltas más de acuerdo con la operatoria moderna más ortodoxa de la búsqueda dela optimización del proyecto respecto a las específicas condiciones climáticas, que a visiones regionalistas organizadas entorno al uso de materiales locales, o de la modernización de elementos históricos, como lo había hecho,pocos años antes Antonio Vilar, en muchas de sus sedes para el Automóvil Club Argentino, donde no solo utilizó materiales de uso tradicional, sino también recurrió desprejuiciadamente a formatos de la arquitectura histórica o vernácula desarrollados en clave moderna y estilizada.
Sin embargo, el aspecto más relevante que mencionan Waisman, Bustamante y Ceballos respecto al conjunto es la apreciación de ser “uno de los primeros ejemplos oficiales en adoptar un lenguaje moderno”. En realidad, esta idea sobrepasa a la ciudad de Córdoba, y es posible extenderla a la completa serie de edificios proyectados desde la dirección en todo el territorio argentino. El concepto de modernización de la arquitectura pública a través de las sedes de correos ya está esbozado en el artículo que se les dedica en el número de agosto de 1958 de Nuestra Arquitectura a varios de los edificios de la serie. En el artículo se explica que “mucho costó –y cuesta- lograr que la arquitectura oficial fuera moderna. Mucho costó quitar la idea de que lo solemne tenía que estar enmarcado en un templo griego o en una iglesia gótica como si la seriedad de la función pública fuera un simple remanente de otra época”. Y agrega más adelante, “y una parte no desdeñable de esa lucha por la modernidad de los edificios públicos estuvo a cargo del grupo de jóvenes arquitectos que, desde 1948 trabajan con sentido de actualidad en la Dirección General de Correos”.
Durante los años de la administración radical, entre 1916 y 1930, en Argentina aparecieron algunos aspectos modernizadores en la arquitectura oficial en la construcción de viviendas sociales y escuelas, sobre todo a través de la postulación del proyecto neocolonial o de expresiones provenientes del art deco. Posteriormente al golpe de Estado de 1930, y coincidentemente con la mayor irradiación de la arquitectura moderna ortodoxa en la producción privada; en el ámbito oficial, mayormente se van a adoptaralgunas variantes, más o menos logradas, del clasicismo modernizado, del cual fueron sus mejores expresiones los edificios encargados por el Estado a Alejandro Bustillo. Y si bien existen ejemplos más tempranos de arquitectura moderna oficial como el Hospital Militar Central diseñado desde el Ministerio de Obras Públicas en 1936 durante la presidencia de Agustín P. Justo, e inaugurado en 1939;o el Churruca, construido entre 1938 y 1942 según proyecto de Antonio y Carlos Vilar, Martín Noel, Manuel Escasany y Pedro Fernández Saralegui, recién será durante los años del gobierno peronista cuando la arquitectura moderna entre de pleno en la producción oficial, primero con los conjuntos de viviendas, hospitales y escuelas realizados desde el Ministerio de Obras Públicas, y posteriormente con la ampliación del espectro modernizador hacía el final de la década de 1940 y principios de la del 50. En su clásico libro de 1969, Arquitectura Sudamericana, Francisco Bullrich escribió: “La historia de la arquitectura argentina en los años inmediatamente posteriores a 1946 es la historia del fracaso para establecer contactos sólidos con las esferas oficiales y con los nuevos sectores financieros”. Esta frase sintetiza el modelo que rigió, hasta hace muy poco tiempo, la organización de la historia de la arquitectura moderna argentina, el drama del silenciamiento del rol modernizador que jugó la arquitectura oficial entre fines de los 40 y mediados de los 50, y que incluye, entre otras obras de diferentes escalas, el plan maestro de la de Ciudad Universitaria de Córdoba a cargo de Jorge Sabaté en 1949, y posteriormente sugestión como intendente de la ciudad de Buenos Aires entre 1952 y 1954, el concurso obtenido por Mario Roberto Álvarez y Macedonio Oscar Ruíz para el nuevo Teatro Municipal General San Martín en 1952, las Ferias Municipales proyectadas por Juan Ángel Casasco hacia 1954, y por supuesto, el enorme esfuerzo proyectual y productivo que fueron las sedes de correos, a las cuales, ubicándolas en este panorama es justo reconocer lo temprano de su experiencia, como efectivamente lo aseguran del Correo y Radio Nacional de Córdoba,Waisman, Bustamante y Ceballos.

Bibliografía

  • VV.: El patrimonio arquitectónico de los Argentinos, Tomo 3, Córdoba, Sociedad Central de Arquitectos, Buenos Aires, 1886
  • BULLRICH, Francisco: Arquitectura latinoamericana, Sudamericana, Buenos Aires, 1969.
  • NUESTRA ARQUITECTURA: “Siete obras para la Dirección de Correos”, Nuestra Arquitectura, nº. 345, Agosto de 1958
  • REVISTA DE ARQUITECTURA: “El edificio de Correos y Telecomunicaciones de la Ciudad de Mendoza”, Revista de Arquitectura, nº. 364, Enero de 1952
  • WAISMAN, Marina, BUSTAMANTE, Juana, CEBALLOS, Gustavo: Córdoba. Guía de Arquitectura, Municipalidad de la Ciudad de Córdoba, Córdoba, Consejería de Obras Públicas y Transporte, Sevilla, 1996