Metodologías de valoración ambiental de carácter local, con niveles de fiabilidad similares a los modelos globales, pero con mayor simplicidad. Una ventaja: la adecuación de las exigencias a las características climáticas, tecnológicas y culturales de cada emplazamiento.


Metodologías de valoración ambiental locales
EL MÓDULO DE VIVIENDA LIMA PRETENDE INCIDIR EN LA BÚSQUEDA DE EDIFICACIONES SOSTENIBLES. EL PROYECTO LIDERADO POR JUAN SABATÉ (SAAS), PLANTEA EL DESARROLLO DE UN ESTÁNDAR DE EDIFICACIÓN QUE TIENDE AL CIERRE DE LOS CICLOS NATURALES.
La alternativa a esta situación, consiste en disponer de metodologías de valoración ambiental de carácter local, con niveles de fiabilidad similares a los modelos globales, pero con mayor simplicidad que permitan llenar este espacio no cubierto por alguno de los sistemas de evaluación actuales. Una ventaja clave en este tipo de evaluaciones, y que afectan de modo especial al ámbito residencial, es la adecuación de las exigencias a las características climáticas, tecnológicas y culturales de cada emplazamiento. En este sentido, los sistemas de calificación ambiental locales no buscan tanto generar modelos uniformes como mejorar las prestaciones de las viviendas, con la máxima eficiencia y el mínimo costo adicional, facilitando al mismo tiempo la segmentación y diferenciación del producto dentro del mercado inmobiliario.
Esta mirada por lo local, de mayor arraigo en los modelos europeos, defiende la mejor adecuación a las condiciones locales, especialmente ambientales y climáticas del lugar, pero también económicas (características del mercado, costos de la energía vs costos de la construcción, tecnología) o culturales (el valor de la permanencia vs la facilidad del cambio, las tecnologías tradicionales, los modelos urbanos). Sin embargo esta mayor especificidad puede chocar tanto con su difusión y éxito comercial, como con su conocimiento y reconocimiento fuera de las fronteras de la certificación. Este acercamiento al contexto más próximo no resulta contradictorio con la adopción de instrumentos de evaluación y medida internacionales. No discutimos la utilización del metro patrón, sino de que todo tenga que medir lo mismo en cualquier lugar. En este sentido parece razonable apostar por un modelo que utilice una metodología compatible y comparable con los estándares internacionales, pero que al mismo tiempo priorice objetivos específicos y los resuelva con tecnologías y métodos locales.
Parece haber cierto consenso en que para lograr esos objetivos existen diferentes frentes de actuación, según las sucesivas etapas del proceso creador, constructivo y de uso:
- En una fase previa, la realización de estudios y análisis pormenorizados de las condiciones climáticas, ambientales, posicionales, etc.; de manera que puedan conocerse, registrarse, cuantificarse lo más científicamente posible los diferentes recursos susceptibles de aprovechamiento en los futuros edificios.
- En la fase de proyecto, diseñar soluciones espaciales y constructivas que permitan seleccionar -captar o rechazar- las condiciones previas detectadas en los análisis.
- Durante la fase de construcción, el empleo de materiales cuyo proceso de obtención de materias primas, fabricación, embalaje, transporte y puesta en obra, material sobrante y residuos que produce, etc.
- Cuando los edificios quedan en manos de los usuarios definitivos, la posibilidad de reducir al máximo los gastos energéticos (agua caliente, calefacción, etc.) al mantener el edificio la máxima inercia de confort.
- Por último, y a largo plazo, el retraso en la obsolescencia de los productos y tecnologías empleados y, una vez acabada definitivamente su vida útil, que estos puedan ser reciclados para nuevos procesos.
- En una fase previa, la realización de estudios y análisis pormenorizados de las condiciones climáticas, ambientales, posicionales, etc.; de manera que puedan conocerse, registrarse, cuantificarse lo más científicamente posible los diferentes recursos susceptibles de aprovechamiento en los futuros edificios.
- En la fase de proyecto, diseñar soluciones espaciales y constructivas que permitan seleccionar -captar o rechazar- las condiciones previas detectadas en los análisis.
- Durante la fase de construcción, el empleo de materiales cuyo proceso de obtención de materias primas, fabricación, embalaje, transporte y puesta en obra, material sobrante y residuos que produce, etc.
- Cuando los edificios quedan en manos de los usuarios definitivos, la posibilidad de reducir al máximo los gastos energéticos (agua caliente, calefacción, etc.) al mantener el edificio la máxima inercia de confort.
- Por último, y a largo plazo, el retraso en la obsolescencia de los productos y tecnologías empleados y, una vez acabada definitivamente su vida útil, que estos puedan ser reciclados para nuevos procesos.