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Una fachada con movimiento

El edificio se expresa como un volumen compacto que manifiesta su unicidad a través de los materiales elegidos para sus parasoles metálicos y plegables, los cuales completan la altura entre vigas.

En un terreno de 17,50 metros de frente por 42 metros de profundidad de Villa Urquiza -zona residencial de baja densidad de la Ciudad de Buenos Aires donde conviven casas y pequeños edificios- se implanta este edificio, obra de los arquitectos Javier Esteban y Romina Tannenbaum. El edificio de viviendas de media densidad está tomando cada vez más importancia y cambiando el perfil urbano, y es teniendo en cuenta esta situación y la existencia de un gran árbol que se adentra en el lote, que se tomó la decisión de retirar el edificio tres metros de la línea municipal, disminuyendo de esta manera su impacto urbano.

El programa incluye dieciséis departamentos de vivienda y se organiza en dos bloques de cuatro pisos cada uno, unidos por circulaciones a cielo abierto, generando dos patios entre ellos y liberando la planta baja.

Todas las vigas son de 45 centímetros de altura, las losas toman el nivel superior en los estares y dormitorios y el nivel inferior en los locales húmedos, balcones, halls y circulaciones. Esto permitió reducir las alturas de carpinterías de aluminio, madera y chapa a 2,25 metros.

Las fachadas están compuestas por un sistema de vigas de hormigón visto y postigos plegadizos, los cuales aportan al conjunto un carácter de uniformidad en constante movimiento. De color blanco -de poco contraste y de sutil textura-, el impacto del edificio en el barrio se complementa con el retiro y favorece a la imagen pura, dinámica y de gran calidad arquitectónica del volumen edificado.